Conceptos fundamentales que definen los mercados y la valoración de activos
El intercambio voluntario y la especialización en la producción son las bases de las economías modernas. Cuando las personas, empresas y países se especializan en lo que hacen relativamente bien y comercian con otros, se crea valor y eficiencia. Este principio explica por qué el comercio internacional suele aumentar la prosperidad general, aunque puede tener efectos distributivos complejos en diferentes sectores.
Las personas responden a incentivos, tanto positivos como negativos. Cuando cambian los costos o beneficios de una acción, las personas tienden a ajustar su comportamiento en consecuencia. Este principio es fundamental para entender cómo funcionan los mercados y cómo las políticas económicas pueden influir en el comportamiento de consumidores, productores e inversores.
Cada elección implica renunciar a alternativas. El costo real de cualquier decisión no es solo lo que pagamos directamente, sino también el valor de la mejor alternativa a la que renunciamos. Este concepto ayuda a entender por qué la asignación eficiente de recursos limitados es un desafío central en economía y cómo esta asignación afecta los precios de mercado.
Los precios en mercados libres reflejan información sobre la escasez relativa y las preferencias de los consumidores. El sistema de precios coordina las decisiones descentralizadas de millones de participantes del mercado, enviando señales sobre qué producir y cómo asignar recursos escasos. Comprender este mecanismo es esencial para analizar la formación de precios de activos.
Los diferentes sistemas económicos organizan la producción, distribución y consumo de bienes y servicios de maneras distintivas, lo que afecta directamente cómo se valoran los activos:
Basada en la propiedad privada y el intercambio voluntario, con precios determinados principalmente por la oferta y la demanda. Los mercados libres tienden a ser eficientes en la asignación de recursos, pero pueden generar desigualdades y no siempre abordan externalidades como la contaminación.
Caracterizada por la propiedad estatal de los medios de producción y la planificación centralizada. En estos sistemas, los precios suelen ser establecidos administrativamente en lugar de por fuerzas del mercado, lo que puede llevar a ineficiencias en la asignación de recursos pero potencialmente mayor equidad.
La mayoría de las economías modernas son mixtas, combinando elementos de mercado y planificación. El gobierno interviene en áreas específicas para corregir fallos del mercado, proporcionar bienes públicos y regular para proteger a consumidores y trabajadores, mientras que los mercados privados operan en gran parte de la economía.
La interacción entre la oferta y la demanda es fundamental para comprender cómo se determinan los precios en un mercado. Este mecanismo es aplicable a prácticamente todos los mercados, desde bienes de consumo hasta activos financieros:
Cuando el precio de un bien o activo aumenta (y todos los demás factores permanecen constantes), la cantidad demandada tiende a disminuir. Esto se debe a que los precios más altos reducen el poder adquisitivo y también porque los consumidores buscan alternativas más económicas.
Cuando el precio de un bien o activo aumenta (y todos los demás factores permanecen constantes), la cantidad ofrecida tiende a aumentar. Esto ocurre porque los precios más altos incentivan a los productores a aumentar su producción para obtener mayores beneficios.
El precio de equilibrio se establece en el punto donde la cantidad demandada iguala la cantidad ofrecida. En este punto, no hay escasez ni excedente. Si el precio está por encima del equilibrio, habrá un excedente que presionará los precios a la baja. Si está por debajo, habrá escasez que presionará los precios al alza.
Numerosos factores pueden cambiar la oferta o la demanda, desplazando sus curvas y alterando el equilibrio. Por ejemplo, un cambio en los ingresos, preferencias o expectativas puede desplazar la curva de demanda, mientras que cambios en la tecnología, costos de producción o políticas públicas pueden desplazar la curva de oferta.
Medido principalmente por el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto), representa la expansión de la actividad económica. Un crecimiento sostenido generalmente favorece los mercados de activos, mientras que una desaceleración o recesión puede llevar a la disminución de los precios.
El aumento sostenido en el nivel general de precios erosiona el poder adquisitivo de la moneda. La inflación afecta a diferentes clases de activos de manera distinta: algunos activos reales pueden servir como cobertura contra la inflación, mientras que los activos de renta fija suelen sufrir en entornos inflacionarios.
Las tasas de desempleo y la creación de empleo son indicadores fundamentales de la salud económica. Un mercado laboral fuerte generalmente se traduce en mayor consumo, lo que impulsa las ganancias corporativas y, potencialmente, los precios de las acciones.
Las tasas de interés influyen profundamente en la valoración de casi todos los activos. Tasas más bajas tienden a aumentar el valor presente de los flujos de efectivo futuros, impulsando los precios de activos como acciones y bienes raíces, mientras que tasas más altas tienen el efecto contrario.
La cantidad de dinero en circulación afecta la liquidez en la economía. Un aumento en la oferta monetaria, especialmente si supera el crecimiento de la producción real, puede llevar a la inflación y potencialmente a burbujas de activos si ese exceso de liquidez fluye hacia los mercados financieros.
El equilibrio entre exportaciones e importaciones afecta la demanda de la moneda de un país y, por lo tanto, su tipo de cambio. Los desequilibrios comerciales persistentes pueden tener implicaciones a largo plazo para la estabilidad económica y la valoración de activos denominados en esa moneda.
Durante esta fase, las acciones suelen tener un buen desempeño, especialmente en sectores cíclicos. Los bienes raíces comerciales tienden a apreciarse con el aumento de la actividad empresarial. Las materias primas pueden comenzar a subir de precio a medida que aumenta la demanda industrial.
Los mercados de acciones pueden alcanzar valoraciones altas. Los activos reales como bienes raíces y materias primas a menudo muestran un fuerte desempeño como cobertura contra la inflación. Los bonos pueden comenzar a sufrir si se anticipan aumentos de tasas de interés.
Los mercados de acciones suelen experimentar correcciones o bear markets. Los activos considerados refugios seguros como bonos gubernamentales de alta calidad pueden apreciarse. Las materias primas generalmente experimentan presión a la baja debido a la menor demanda industrial.
Paradójicamente, los mercados de acciones suelen comenzar a recuperarse durante esta fase, anticipando la recuperación económica. Los bonos pueden empezar a perder atractivo a medida que los inversores buscan activos de mayor rendimiento. Las valoraciones de activos a menudo son bajas, creando oportunidades para inversiones a largo plazo.
La inflación, el aumento sostenido en el nivel general de precios, es una de las variables económicas más importantes que afectan la valoración de los activos:
Los bonos con tasas fijas son particularmente vulnerables a la inflación, ya que ésta erosiona el poder adquisitivo de los pagos futuros de intereses y principal. Cuando la inflación aumenta, los inversores suelen exigir rendimientos más altos, lo que reduce el precio de los bonos existentes.
El impacto en las acciones es mixto. A corto plazo, la inflación puede presionar los márgenes de beneficio de las empresas. Sin embargo, a largo plazo, muchas empresas pueden trasladar el aumento de costos a los precios, especialmente aquellas con fuerte poder de fijación de precios. Las empresas con activos tangibles significativos pueden beneficiarse durante períodos inflacionarios.
Los bienes raíces a menudo actúan como cobertura contra la inflación, ya que los alquileres y los valores de las propiedades tienden a aumentar con el nivel general de precios. Además, aquellos con hipotecas a tasa fija se benefician al pagar con moneda devaluada.
Las materias primas como el oro, la plata, el petróleo y los productos agrícolas suelen tener buen desempeño durante períodos inflacionarios, ya que son bienes tangibles con valor intrínseco cuyo precio puede aumentar con la inflación.
La política monetaria, implementada por los bancos centrales, es uno de los factores más influyentes en la valoración de activos en los mercados modernos:
El ajuste de las tasas de interés de referencia es la herramienta más visible. Tasas más bajas estimulan el endeudamiento y la inversión, mientras que tasas más altas tienen el efecto contrario. Las tasas de interés afectan directamente el costo del capital y, por lo tanto, la valoración de prácticamente todos los activos.
La compra y venta de valores gubernamentales afecta la liquidez en el sistema bancario. Cuando un banco central compra bonos (expansión cuantitativa), inyecta dinero en la economía, lo que puede aumentar los precios de los activos al aumentar la liquidez disponible para inversiones.
Al modificar la cantidad de reservas que los bancos deben mantener, los bancos centrales pueden influir en la capacidad de los bancos para crear dinero a través de préstamos. Una reducción en los requisitos puede expandir el crédito y potencialmente impulsar los precios de los activos.
Las declaraciones y orientaciones sobre la futura dirección de la política monetaria pueden tener un impacto significativo en los mercados, ya que los inversores intentan anticipar cambios en las condiciones monetarias.
La política monetaria afecta la valoración de activos a través de varios canales:
En un mundo cada vez más interconectado, los eventos económicos en una región pueden tener repercusiones significativas en los mercados globales:
El flujo de bienes y servicios entre países crea interdependencias económicas. Los cambios en las políticas comerciales, como aranceles o acuerdos comerciales, pueden tener efectos significativos en industrias específicas y en las economías nacionales en general, afectando la valoración de empresas y activos relacionados.
Las interrupciones en las cadenas de suministro, ya sea por desastres naturales, pandemias o tensiones geopolíticas, pueden tener efectos en cascada en múltiples industrias y regiones. La integración de las cadenas de suministro significa que los problemas locales pueden convertirse rápidamente en desafíos globales.
El capital fluye globalmente en busca de rendimiento y seguridad. Estos flujos pueden ser volátiles, especialmente en tiempos de incertidumbre económica o política, y pueden tener impactos significativos en los tipos de cambio, las tasas de interés y los precios de los activos en diferentes mercados.
Los mercados financieros globales muestran correlaciones variables pero significativas. Durante períodos de estrés, estas correlaciones a menudo aumentan, lo que puede limitar los beneficios de la diversificación internacional precisamente cuando más se necesita. Comprender estas dinámicas es crucial para la gestión de riesgos.
Lo que comenzó como una crisis hipotecaria en Estados Unidos se propagó rápidamente a los mercados financieros globales, demostrando cómo los problemas en un sector de una economía pueden tener repercusiones mundiales cuando los mercados están interconectados.
Las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda soberana en varios países europeos crearon tensiones en la zona euro y afectaron a los mercados globales, ilustrando cómo los problemas regionales pueden tener implicaciones sistémicas.
La pandemia provocó disrupciones simultáneas en la oferta y la demanda a nivel mundial, junto con una respuesta sin precedentes de política monetaria y fiscal. La recuperación desigual entre países y sectores sigue influyendo en los mercados globales.